El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, anunciada el 17 de diciembre de 2014, ha sido calificado por analistas como el “retorno” de la nación caribeña al hemisferio. Desde otra perspectiva, para Noam Chomsky (2016) “era EEUU quien corría el riesgo de quedar aislado en el contexto de América por su terquedad hacia Cuba”.

Aislamiento estimulado, entre otros factores, por la pérdida relativa de importancia de Latinoamérica en la política exterior norteamericana debido a su reorientación al Medio Oriente y al Pacífico tras el 11 de septiembre de 2001; el incremento de la presencia de otros actores – como China, Rusia, Corea del Sur e India – en las actividades económicas latinoamericanas y por el ciclo político regional de los últimos quince años y en consecuencia, resultado de la concertación política de procesos de integración desarrollados en el continente. Coyuntura, además, convergente con logros económicos influenciados por el escenario internacional y las matrices de producción y exportación en América Latina.

El ciclo de gobiernos de izquierda y centroizquierda, u “Ola Rosa”, conllevó al diseño de políticas más autónomas respecto a Washington, creando procesos regionales o subregionales con nuevos sesgos, denominado por algunos expertos como regionalismo post-liberal. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), concretizan el reto de construir una integración distanciada de la concepción económica neoliberal y de una coordinación política sin la presencia de Norteamérica.

Así, el “retorno” de Cuba pareció convertirse en el símbolo de los posicionamientos de la autonomía regional y esta voluntad se hizo patente incluso en aquellos espacios de diseño hemisférico de los Estados Unidos, dígase la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Cumbres de las Américas. El 3 de junio de 2009, con la anuencia de los 34 países participantes, se derogaba en la OEA la resolución que expulsó al país caribeño en 1962. Por otro lado, sucesivas Cumbres de las Américas fueron el espacio propicio para ejercer presiones contra Washington relativo al tema: así, la isla participó por primera vez desde la creación de ese foro en 1994, en la Cumbre de Panamá, 2015.

Si bien no pueden soslayarse diferentes factores incidentes en los anuncios del 17 de diciembre de 2014 y la posterior visita del presidente Barack Obama a la isla, estos hechos representan una victoria regional. En particular, miembros del ALBA-TCP como Bolivia, Ecuador y Nicaragua (políticamente alineados al eje Caracas-La Habana), aprobaron el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos como un triunfo de la soberanía cubana e incluyeron reclamos sobre la suspensión del embargo y la devolución de la Base Naval de Guantánamo.

Sin embargo, los diversos cuestionamientos se dirigieron a cómo influye este restablecimiento de relaciones en el marco del ALBA-TCP, fundamentalmente con el principal aliado político y socio comercial de la isla, Venezuela. Por una parte, el escenario interno, regional e global actual ha obligado a Cuba a repensar sus estrategias de inserción internacional en un contexto de “actualización económica” en virtud de garantizar la continuidad del modelo político erigido desde 1959. Por otra, la crisis económica y política en el país suramericano pone en cuestión los límites de la cooperación económica subregional. Además, el escenario es marcado por las críticas más intensas a Caracas desde algunos actores sudamericanos, como la Argentina, el Paraguay y el Brasil.

En este sentido, cuando el pasado marzo de 2015 Barack Obama declaró, a través de orden ejecutiva, a Venezuela como una amenaza grave a su Seguridad Nacional, la isla se posicionó enérgicamente al lado venezolano, reiterando su negativa a aceptar injerencias o condicionamientos internos desde los Estados Unidos. Cuestión última sobre el respeto a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos que constituyen fundamento del actual proceso de negociaciones.

Por otra parte, la visita del mandatario Nicolás Maduro previa a la del presidente norteamericano a Cuba en marzo de este año, así como el periplo por la isla y Venezuela en días recientes del presidente boliviano Evo Morales, indican continuidad en la concertación política entre sus miembros, tanto en el ámbito bilateral, como en el ALBA-TCP. Relaciones que, en el contexto actual, continúa a ser presentado como contrapeso político a las asimétricas relaciones de Estados Unidos con la subregión.


Para mais informação (Referência):

ALBA-TCP celebra restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE.UU. Telesur, Caracas, 20 de jul 2015.

BOLIVIA y EEUU preparan la normalización de relaciones. Página Siete, La Paz, 16 de abr. 2015.

CERVERA, Jesús Arboleya. Cuba y la crisis del sistema mundo capitalista. Cuba Debate, Havana, abr. 2016.

CHOMSKY: “EE.UU. corría el riesgo de quedar aislado por su terquedad hacia Cuba”. RT, 28 de abr. 2016, Actualidad.

DAVILA, Agustín Lage. Obama y la economia cubana: Entender lo que no se dijo. Cuba Debate, Havana, mar. 2016.

EVO en Venezuela y es recibido por Maduro. Cuba Debate, Havana, 21 de mai. 2016.

HAKIM, Peter. Cuba volta ao Hemisfério. Política Externa, São Paulo, 2015.

LA OEA expresó su apoyo a una “completa” normalización entre Cuba y Estados Unidos. Infobae, 23 de dez. 2014.

MESA-LAGO, Carmelo. Normalización de relaciones entre EEUU y Cuba: causas, prioridades, progresos, obstáculos, efectos y peligros. Real Instituto Elcano, Madrid, mai. 2015.

PONT, Andrei Serbin. ¿Aliados incómodos?: Venezuela y el impacto de la normalización de las relaciones Cuba-EE.UU. Anuario de Integración, CRIES, 2016. Disponível em: >. Acesso em: 7 de mai. 2016.

 Foto: Joaquín Hernández Mena em trabajadores.cu

Impresso:

SERBIN, Andrés. Un nuevo ciclo del regionalismo latinoamericano en el silo XXI? Desafíos y limitaciones después de la normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Draft, 2015

Escrito por

André Leite Araujo

Pós-Doutorando na UNESP, doutor em Ciências Políticas e Sociais pela Universidade de Bolonha, mestre em Relações Internacionais pelo Programa de Pós-Graduação San Tiago Dantas (UNESP/UNICAMP/PUC-SP) e bacharel em Relações Internacionais pela PUC-SP. É pesquisador do Observatório de Regionalismo, da Rede de Pesquisa em Política Externa e Regionalismo e do Núcleo de Estudos e Análises Internacionais. Seus estudos enfatizam a Política Externa Brasileira e o regionalismo da América Latina nos séculos XX e XXI, com ênfase nas pesquisas sobre Legislativos nacionais e Mercosul.